PENTECOSTÉS

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AÑO LITÚRGICO

El año litúrgico, origen y significadoLa celebración del Año Litúrgico es la vivencia de la vida de Cristo, todas sus etapas desde su nacimiento hasta su muerte.


Por: Tere Vallés | Fuente: Catholic.net




  Origen del Año Litúrgico
  Las fiestas cristianas han surgido paulatinamente a través  de los siglos. Estas nacen de un deseo de la Iglesia Católica de profundizar en los diversos momentos de la vida de Cristo. Se comenzó con la fiesta del Domingo y la Pascua, luego se unió Pentecostés y, con el tiempo, otras más. Los misioneros, al evangelizar, fueron introduciendo las fiestas cristianas tratando de dar un sentido diferente a las fiestas paganas del pueblo en el que se encontraban. Podemos compararlo con una persona que recibe un regalo con una envoltura bonita, la cual guarda y utiliza posteriormente para envolver y dar otro regalo. La Iglesia tomó de algunas fiestas paganas las formas externas y les dio un contenido nuevo, el verdadero sentido cristiano.

La primera fiesta que se celebró fue la del Domingo. Después, con la Pascua como única fiesta anual, se decidió festejar el nacimiento de Cristo en el solsticio de invierno, día en que numerosos pueblos paganos celebraban el renacimiento del sol. En lugar de festejar al “Sol de Justicia”, se festeja al Dios Creador. Así, poco a poco, se fue conformando el Año litúrgico con una serie de fiestas solemnes, alegres, de reflexión o de penitencia.

La liturgia es la manera de celebrar nuestra fe. No solo tenemos fe y vivimos de acuerdo con ella, sino que la celebramos con acciones de culto en las que manifestamos, comunitaria y públicamente, nuestra adoración a Jesucristo, presente con nosotros en la Iglesia. Al vivir la liturgia, nos enriquecemos de los dones que proceden de la acción redentora de Dios.

La liturgia es el conjunto de signos sensibles, eficaces, de la santificación y del culto a la Iglesia. Es el conjunto de la oración pública de la Iglesia y de la celebración sacramental.

Liturgia viene del griego leitourgia, que quiere decir servicio público, generalmente ofrecido por un individuo a la comunidad.
El Concilio Vaticano II en la “Constitución sobre la Liturgia” nos dice:
“La liturgia es el ejercicio del sacerdocio de Jesucristo. En ella, los signos sensibles significan y cada uno a su manera, realizan la santificación del hombre y así el Cuerpo místico de Jesucristo, es decir, la Cabeza y sus miembros, ejerce el culto público íntegro".

La liturgia es la acción sagrada por excelencia, ninguna oración o acción humana la puede igualar por ser obra de Cristo y de toda su Iglesia y no de una persona o un grupo. Es la fuente de donde mana toda la fuerza de la Iglesia. Es la fuente primaria y necesaria de donde deben beber todos los fieles el espíritu cristiano. La liturgia invita a hacer un compromiso transformador de la vida, realizar el Reino de Dios. La Iglesia se santifica a través de ella y debe existir en la liturgia por parte de los fieles, una participación plena, consciente y activa.

Cada celebración litúrgica tiene un triple significado:
1. Recuerdo: Todo acontecimiento importante debe ser recordado. Por ejemplo, el aniversario del nacimiento de Cristo, su pasión y muerte, etc.

2. Presencia: Es Cristo quien se hace presente en las celebraciones litúrgicas concediendo gracias espirituales a todos aquellos que participan en ellas, de acuerdo a la finalidad última de la Iglesia que es salvar a todos los hombres de todos los tiempos.

3. Espera: Toda celebración litúrgica es un anuncio profético de la esperanza del establecimiento del Reino de Cristo en la tierra y de llegar un día a la patria celestial.

El Año litúrgico es el desarrollo de los misterios de la vida, muerte y resurrección de Cristo y las celebraciones de los santos que nos propone la Iglesia a lo largo del año. Es vivir y no sólo recordar la historia de la salvación. Esto se hace a través de fiestas y celebraciones. Se celebran y actualizan las etapas más importantes del plan de salvación. Es un camino de fe que nos adentra y nos invita a profundizar en el misterio de la salvación. Un camino de fe para recorrer y vivir el amor divino que nos lleva a la salvación.

Los Tiempos litúrgicos
El Año litúrgico está formado por distintos tiempos litúrgicos. Estos son tiempos en los que la Iglesia nos invita a reflexionar y a vivir de acuerdo con alguno de los misterios de la vida de Cristo. Comienza por el Adviento, luego viene la Navidad, Epifanía, Primer tiempo ordinario, Cuaresma, Semana Santa, Pascua, Tiempo Pascual, Pentecostés, Segundo tiempo ordinario y termina con la fiesta de Cristo Rey.

En cada tiempo litúrgico, el sacerdote se reviste con casulla de diferentes colores:
Blanco significa alegría y pureza. Se utiliza en el tiempo de Navidad y de Pascua
Verde significa esperanza. Se utiliza en el tiempo ordinario
Morado significa luto y penitencia. Se usa en Adviento, Cuaresma y Semana Santa
Rojo significa el fuego del Espíritu Santo y el martirio. Se utiliza en las fiestas de los santos mártires y en Pentecostés.
El Adviento es tiempo de espera para el nacimiento de Dios en el mundo. Es recordar a Cristo que nació en Belén y que vendrá nuevamente como Rey al final de los tiempos. Es un tiempo de cambio y de oración para comprometernos con Cristo y esperarlo con alegría. Es preparar el camino hacia la Navidad. Este tiempo litúrgico consta de las cuatro semanas que preceden al 25 de diciembre, abarcando los cuatro domingos de Adviento.

Al terminar el Adviento, comienza el Tiempo de Navidad, que va desde la Navidad o Nacimiento, que se celebra el 25 de diciembre y nos recuerda que Dios vino a este mundo para salvarnos.

La Epifanía se celebra cada 6 de enero y nos recuerda la manifestación pública de Dios a todos los hombres. Aquí concluye el Tiempo de Navidad.

El Primer tiempo ordinario es el que va de la fiesta de la Epifanía hasta inicio de Cuaresma. En el Primer y Segundo tiempo ordinario del Año litúrgico, no se celebra ningún aspecto concreto del misterio de Cristo. En ambos tiempos se profundizan los distintos momentos históricos de la vida de Cristo para adentrarnos en la historia de la Salvación.

La Cuaresma comienza con el Miércoles de Ceniza y se prolonga durante los cuarenta días anteriores al Triduo Pascual. Es tiempo de preparación para la Pascua o Paso del Señor. Es un tiempo de oración, penitencia y ayuno. Es tiempo para la conversión del corazón.

La Semana Santa comienza con el Domingo de Ramos y termina con el Domingo de Resurrección. En el Triduo Pascual se recuerda y se vive junto con Cristo su Pasión, Muerte y Resurrección.

El Domingo de Pascua es la mayor fiesta de la Iglesia, en la que se celebra la Resurrección de Jesús. Es el triunfo definitivo del Señor sobre la muerte y primicia de nuestra resurrección.

El Tiempo de Pascua es tiempo de paz, alegría y esperanza. Dura cincuenta días, desde el Domingo de Resurrección hasta Pentecostés, que es la celebración de la venida del Espíritu Santo sobre los apóstoles. En esta fiesta se trata de abrir el corazón a los dones del Espíritu Santo.

Después de Pentecostés sigue el Segundo tiempo ordinario del año litúrgico que termina con la fiesta de Cristo Rey.

El eje del Año litúrgico es la Pascua. Los tiempos fuertes son el Adviento y la Cuaresma.

Durante el Adviento, Navidad y Epifanía se revive la espera gozosa del Mesías en la Encarnación. Hay una preparación para la venida del Señor al final de los tiempos: “Vino, viene y volverá”.
En la Cuaresma, se revive la marcha de Israel por el desierto y la subida de Jesús a Jerusalén. Se vive el misterio de la Muerte y Resurrección de Cristo: “Conversión y meditación de la palabra de Dios”.

En el Tiempo Pascual se vive la Pascua, Ascensión y Pentecostés en 50 días. Se celebra el gran domingo: “Ha muerto, vive, ¡Ven Señor Jesús!

En los tiempos ordinarios, la Iglesia sigue construyendo el Reino de Cristo movida por el Espíritu y alimentada por la Palabra: “El Espíritu hace de la Iglesia el cuerpo de Cristo, hoy ”.

Los cambios de fechas en algunas fiestas del Año litúrgico.
El Año litúrgico se fija a partir del ciclo lunar, es decir, no se ciñe estrictamente al año calendario. La fiesta más importante de los católicos, la Semana Santa, coincide con la fiesta de la "pascua judía" o Pesaj, misma que se realiza cuando hay luna llena. Se cree que la noche que el pueblo judío huyó de Egipto, había luna llena lo que les permitió prescindir de las lámparas para que no les descubrieran los soldados del faraón.
La Iglesia fija su Año litúrgico a partir de la luna llena que se presenta entre el mes de marzo o de abril. Por lo tanto, cuando Jesús celebró la Última Cena con sus discípulos, respetando la tradición judía de celebrar la pascua - el paso del pueblo escogido a través del Mar Rojo hacia la tierra prometida - debía de haber sido una noche de luna llena. Hecho que se repite cada Jueves Santo.

La Iglesia marca esa fecha como el centro del Año litúrgico y las demás fiestas que se relacionan con esta fecha cambian de día de celebración una o dos semanas.
Las fiestas que cambian año con año, son las siguientes:
· Miércoles de Ceniza
· Semana Santa
· La Ascensión del Señor
· Pentecostés
· Fiesta de Cristo Rey

Ahora, hay fiestas litúrgicas que nunca cambian de fecha, como por ejemplo:
· Navidad
· Epifanía
· Candelaria
· Fiesta de San Pedro y San Pablo
· La Asunción de la Virgen
· Fiesta de todos los santos 

AÑO DE LA MISERICORDIA

 AÑO DE LA MISERICORDIA"


"Misericordiae Vultus
BULA DE CONVOCACIÓN
DEL JUBILEO EXTRAORDINARIO
DE LA MISERICORDIA
FRANCISCO
OBISPO DE ROMA
SIERVO DE LOS SIERVOS DE DIOS
A CUANTOS LEAN ESTA CARTA
GRACIA, MISERICORDIA Y PAZ

1. Jesucristo es el rostro de la misericordia del Padre. El misterio de la fe cristiana parece encontrar su síntesis en esta palabra. Ella se ha vuelto viva, visible y ha alcanzado su culmen en Jesús de Nazaret. El Padre, “rico de misericordia” (Ef 2,4), después de haber revelado su nombre a Moisés como “Dios compasivo y misericordioso, lento a la ira, y pródigo en amor y fidelidad” (Ex 34,6) no ha cesado de dar a conocer en varios modos y en tantos momentos de la historia su naturaleza divina. En la “plenitud del tiempo” (Gal 4,4), cuando todo estaba dispuesto según su plan de salvación, Él envió a su Hijo nacido de la Virgen María para revelarnos de manera definitiva su amor. Quien lo ve a Él ve al Padre (cfr Jn 14,9). Jesús de Nazaret con su palabra, con sus gestos y con toda su persona1 revela la misericordia de Dios.

2. Siempre tenemos necesidad de contemplar el misterio de la misericordia. Es fuente de alegría, de serenidad y de paz. Es condición para nuestra salvación. Misericordia: es la palabra que revela el misterio de la Santísima Trinidad. Misericordia: es el acto último y supremo con el cual Dios viene a nuestro encuentro. Misericordia: es la ley fundamental que habita en el corazón de cada persona cuando mira con ojos sinceros al hermano que encuentra en el camino de la vida. Misericordia: es la vía que une Dios y el hombre, porque abre el corazón a la esperanza de ser amados no obstante el límite de nuestro pecado.

3. Hay momentos en los que de un modo mucho más intenso estamos llamados a tener la mirada fija en la misericordia para poder ser también nosotros mismos signo eficaz del obrar del Padre. Es por esto que he anunciado un Jubileo Extraordinario de la Misericordia como tiempo propicio para la Iglesia, para que haga más fuerte y eficaz el testimonio de los creyentes

El Año Santo se abrirá el 8 de diciembre de 2015, solemnidad de la Inmaculada Concepción. Esta fiesta litúrgica indica el modo de obrar de Dios desde los albores de nuestra historia. Después del pecado de Adán y Eva, Dios no quiso dejar la humanidad en soledad y a merced del mal. Por esto pensó y quiso a María santa e inmaculada en el amor (cfr Ef 1,4), para que fuese la Madre del Redentor del hombre. Ante la gravedad del pecado, Dios responde con la plenitud del perdón. La misericordia siempre será más grande que cualquier pecado y nadie podrá poner un límite al amor de Dios que perdona. En la fiesta de la Inmaculada Concepción tendré la alegría de abrir la Puerta Santa. En esta ocasión será una Puerta de la Misericordia, a través de la cual cualquiera que entrará podrá experimentar el amor de Dios que consuela, que perdona y ofrece esperanza."

 ORACIÓN



https://www.aciprensa.com/noticias/texto-completo-bula-del-papa-francisco-para-convocar-jubileo-de-la-misericordia-24882/

DOMINGO DE RESURRECCIÓN


Domingo de Resurrección
La Resurrección es fuente de profunda alegría. A partir de ella, los cristianos no podemos vivir más con caras tristes. Contempla los lugares donde Cristo se apareció después de Su Resurrección

¡Aleluya, Señor,
tú has roto las cadenas de la muerte!
En esta mañana de Pascua,
se ha abierto el camino de la vida.
Que nuestros rostros y nuestros corazones
se iluminen con tu Presencia.
¡Aleluya, Señor!




Domingo de Resurrección
Domingo de Resurrección


Importancia de la fiesta

El Domingo de Resurrección o de Pascua es la fiesta más importante para todos los católicos, ya que con la Resurrección de Jesús es cuando adquiere sentido toda nuestra religión.

Cristo triunfó sobre la muerte y con esto nos abrió las puertas del Cielo. En la Misa dominical recordamos de una manera especial esta gran alegría. Se enciende el Cirio Pascual que representa la luz de Cristo resucitado y que permanecerá prendido hasta el día de la Ascensión, cuando Jesús sube al Cielo.

La Resurrección de Jesús es un hecho histórico, cuyas pruebas entre otras, son el sepulcro vacío y las numerosas apariciones de Jesucristo a sus apóstoles.

Cuando celebramos la Resurrección de Cristo, estamos celebrando también nuestra propia liberación. Celebramos la derrota del pecado y de la muerte.

En la resurrección encontramos la clave de la esperanza cristiana: si Jesús está vivo y está junto a nosotros, ¿qué podemos temer?, ¿qué nos puede preocupar?

Cualquier sufrimiento adquiere sentido con la Resurrección, pues podemos estar seguros de que, después de una corta vida en la tierra, si hemos sido fieles, llegaremos a una vida nueva y eterna, en la que gozaremos de Dios para siempre.

San Pablo nos dice: “Si Cristo no hubiera resucitado, vana seria nuestra fe” (I Corintios 15,14)

Si Jesús no hubiera resucitado, sus palabras hubieran quedado en el aire, sus promesas hubieran quedado sin cumplirse y dudaríamos que fuera realmente Dios.

Pero, como Jesús sí resucitó, entonces sabemos que venció a la muerte y al pecado; sabemos que Jesús es Dios, sabemos que nosotros resucitaremos también, sabemos que ganó para nosotros la vida eterna y de esta manera, toda nuestra vida adquiere sentido.

La Resurrección es fuente de profunda alegría. A partir de ella, los cristianos no podemos vivir más con caras tristes. Debemos tener cara de resucitados, demostrar al mundo nuestra alegría porque Jesús ha vencido a la muerte.

La Resurrección es una luz para los hombres y cada cristiano debe irradiar esa misma luz a todos los hombres haciéndolos partícipes de la alegría de la Resurrección por medio de sus palabras, su testimonio y su trabajo apostólico.

Debemos estar verdaderamente alegres por la Resurrección de Jesucristo, nuestro Señor. En este tiempo de Pascua que comienza, debemos aprovechar todas las gracias que Dios nos da para crecer en nuestra fe y ser mejores cristianos. Vivamos con profundidad este tiempo.

Con el Domingo de Resurrección comienza un Tiempo pascual, en el que recordamos el tiempo que Jesús permaneció con los apóstoles antes de subir a los cielos, durante la fiesta de la Ascensión.

¿Cómo se celebra el Domingo de Pascua?

Se celebra con una Misa solemne en la cual se enciende el cirio pascual, que simboliza a Cristo resucitado, luz de todas las gentes.
En algunos lugares, muy de mañana, se lleva a cabo una procesión que se llama “del encuentro”. En ésta, un grupo de personas llevan la imagen de la Virgen y se encuentran con otro grupo de personas que llevan la imagen de Jesús resucitado, como símbolo de la alegría de ver vivo al Señor.

En algunos países, se acostumbra celebrar la alegría de la Resurrección escondiendo dulces en los jardines para que los niños pequeños los encuentren, con base en la leyenda del “conejo de pascua”.

La costumbre más extendida alrededor del mundo, para celebrar la Pascua, es la regalar huevos de dulce o chocolate a los niños y a los amigos.

A veces, ambas tradiciones se combinan y así, el buscar los huevitos escondidos simboliza la búsqueda de todo cristiano de Cristo resucitado.

La tradición de los “huevos de Pascua”

El origen de esta costumbre viene de los antiguos egipcios, quienes acostumbraban regalarse en ocasiones especiales, huevos decorados por ellos mismos. Los decoraban con pinturas que sacaban de las plantas y el mejor regalo era el huevo que estuviera mejor pintado. Ellos los ponían como adornos en sus casas.

Cuando Jesús se fue al cielo después de resucitar, los primeros cristianos fijaron una época del año, la Cuaresma, cuarenta días antes de la fiesta de Pascua, en la que todos los cristianos debían hacer sacrificios para limpiar su alma. Uno de estos sacrificios era no comer huevo durante la Cuaresma. Entonces, el día de Pascua, salían de sus casas con canastas de huevos para regalar a los demás cristianos. Todos se ponían muy contentos, pues con los huevos recordaban que estaban festejando la Pascua, la Resurrección de Jesús.

Uno de estos primeros cristianos, se acordó un día de Pascua, de lo que hacían los egipcios y se le ocurrió pintar los huevos que iba a regalar. A los demás cristianos les encantó la idea y la imitaron. Desde entonces, se regalan huevos de colores en Pascua para recordar que Jesús resucitó.
Poco a poco, otros cristianos tuvieron nuevas ideas, como hacer huevos de chocolate y de dulce para regalar en Pascua. Son esos los que regalamos hoy en día.

Leyenda del “conejo de Pascua”

Su origen se remonta a las fiestas anglosajonas pre-cristianas, cuando el conejo era el símbolo de la fertilidad asociado a la diosa Eastre, a quien se le dedicaba el mes de abril. Progresivamente, se fue incluyendo esta imagen a la Semana Santa y, a partir del siglo XIX, se empezaron a fabricar los muñecos de chocolate y azúcar en Alemania, esto dio orígen también a una curiosa leyenda que cuenta que, cuando metieron a Jesús al sepulcro que les había dado José de Arimatea, dentro de la cueva había un conejo escondido, que muy asustado veía cómo toda la gente entraba, lloraba y estaba triste porque Jesús había muerto.

El conejo se quedó ahí viendo el cuerpo de Jesús cuando pusieron la piedra que cerraba la entrada y lo veía y lo veía preguntándose quien sería ese Señor a quien querían tanto todas las personas.

Así pasó mucho rato, viéndolo; pasó todo un día y toda una noche, cuando de pronto, el conejo vio algo sorprendente: Jesús se levantó y dobló las sábanas con las que lo habían envuelto. Un ángel quitó la piedra que tapaba la entrada y Jesús salió de la cueva ¡más vivo que nunca!

El conejo comprendió que Jesús era el Hijo de Dios y decidió que tenía que avisar al mundo y a todas las personas que lloraban, que ya no tenían que estar tristes porque Jesús había resucitado.

Como los conejos no pueden hablar, se le ocurrió que si les llevaba un huevo pintado, ellos entenderían el mensaje de vida y alegría y así lo hizo.

Desde entonces, cuenta la leyenda, el conejo sale cada Domingo de Pascua a dejar huevos de colores en todas las casas para recordarle al mundo que Jesús resucitó y hay que vivir alegres.

Aleluya,
una palabra de luz,
una palabra de color.
Aleluya,
la cruz ya no es el signo de la muerte
sino el signo de la vida.

Es el día más hermoso del año.
En nosotros se manifiesta la alegría
y también en nuestro alrededor.

ENVÍO

Llegó el momento de seguir el camino como Resucitado.
Ayúdanos Jesús a disfrutar la vida como tú.
Ayúdanos a ser testigos y por consiguiente a ser valientes.
Ayúdanos a ser justos y a luchar contra todo lo que no sea luz y vida.
Ayúdanos a mantenernos de pié y a no dejarnos aplastar por la mentira y el egoísmo.
Ven a levantarnos de todo lo que aplasta,
danos el valor para hablar de Tí.

Ven a iluminar nuestros corazones,
nuestras palabras, nuestros gestos.
Enséñanos a querer la vida
y a cantar de manera infinita: GRACIAS.



SÁBADO SANTO


"Durante el Sábado santo la Iglesia permanece junto al sepulcro del Señor, meditando su pasión y su muerte, su descenso a los infiernos y esperando en oración y ayuno su resurrección (Circ 73).
Es el día del silencio: la comunidad cristiana vela junto al sepulcro. Callan las campanas y los instrumentos. Se ensaya el aleluya, pero en voz baja. Es día para profundizar. Para contemplar. El altar está despojado. El sagrario, abierto y vacío.
La Cruz sigue entronizada desde ayer. Central, iluminada, con un paño rojo, con un laurel de victoria. Dios ha muerto. Ha querido vencer con su propio dolor el mal de la humanidad.
Es el día de la ausencia. El Esposo nos ha sido arrebatado. Día de dolor, de reposo, de esperanza, de soledad. El mismo Cristo está callado. Él, que es el Verbo, la Palabra, está callado. Después de su último grito de la cruz "¿por qué me has abandonado"?- ahora él calla en el sepulcro.Descansa: "consummatum est", "todo se ha cumplido".
Pero este silencio se puede llamar plenitud de la palabra. El anonadamiento, es elocuente. "Fulget crucis mysterium": "resplandece el misterio de la Cruz."
El Sábado es el día en que experimentamos el vacío. Si la fe, ungida de esperanza, no viera el horizonte último de esta realidad, caeríamos en el desaliento: "nosotros esperábamos... ", decían los discípulos de Emaús.
Es un día de meditación y silencio. Algo parecido a la escena que nos describe el libro de Job, cuando los amigos que fueron a visitarlo, al ver su estado, se quedaron mudos, atónitos ante su inmenso dolor: "se sentaron en el suelo junto a él, durante siete días y siete noches. Y ninguno le dijo una palabra, porque veían que el dolor era muy grande" (Job. 2, 13).
Eso sí, no es un día vacío en el que "no pasa nada". Ni un duplicado del Viernes. La gran lección es ésta: Cristo está en el sepulcro, ha bajado al lugar de los muertos, a lo más profundo a donde puede bajar una persona. Y junto a Él, como su Madre María, está la Iglesia, la esposa. Callada, como él.
El Sábado está en el corazón mismo del Triduo Pascual. Entre la muerte del Viernes y la resurrección del Domingo nos detenemos en el sepulcro. Un día puente, pero con personalidad. Son tres aspectos - no tanto momentos cronológicos - de un mismo y único misterio, el misterio de la Pascua de Jesús: muerto, sepultado, resucitado:
"...se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo...se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, es decir conociese el estado de muerte, el estado de separación entre su alma y su cuerpo, durante el tiempo comprendido entre el momento en que Él expiró en la cruz y el momento en que resucitó. Este estado de Cristo muerto es el misterio del sepulcro y del descenso a los infiernos. Es el misterio del Sábado Santo en el que Cristo depositado en la tumba manifiesta el gran reposo sabático de Dios después de realizar la salvación de los hombres, que establece en la paz al universo entero".
Vigilia Pascual
La celebración es el sábado por la noche, es una Vigilia en honor del Señor, según una antiquísima tradición (Ex. 12, 42), de manera que los fieles, siguiendo la exhortación del Evangelio (Lc. 12, 35 ss), tengan encendidas las lámparas como los que aguardan a su Señor cuando vuelva, para que, al llegar, los encuentre en vela y los haga sentar a su mesa.
La Vigilia Pascual se desarrolla en este orden:
Breve Lucernario

Se apagan todas las luces del templo. En un lugar adecuado, fuera del recinto sagrado, se enciende una fogata. Allí se congrega el pueblo y llega el sacerdote con sus ministros, uno de los cuales lleva el Cirio Pascual, aún apagado. Se bendice el fuego y de él se toma luz para encender el Cirio, que durante los próximos cincuenta días de fiestas pascuales será un signo de Cristo Resucitado en medio de la asamblea.
El simbolismo del fuego y de la luz en la oscuridad de la noche significa que Jesús quemó, con su amor, toda nuestra basura y de ahí surgió la luz, la esperanza, la victoria sobre la oscuridad de la vida.
El Cirio Pascual tiene grabada una cruz y cinco puntos que recuerdan la pasión y las cincos llagas de su muerte; además, la primera y la última letra del alfabeto griego, que indican que Cristo es el principio y fin de todo; y, finalmente, los números del año en curso para significar que el tiempo y la historia le pertenecen.
En medio de la oscuridad se inicia la procesión hacia el templo. La única luz que alumbra es la del Cirio Pascual, porque el Resucitado es el único que nos enseña el camino de la luz y la vida, poco a poco se va tomando luz del Cirio y todos van encendiendo su propia vela y las luces del templo, porque la luz de Cristo tiene que llegar a todos.
Finalmente, ya dentro del templo, se canta el "Pregón Pascual" que es un grandioso himno a la Resurrección:
Exulten por fin los coros de los ángeles,
exulten las jerarquías del cielo,
y por la victoria de Rey tan poderoso
que las trompetas anuncien la salvación.
Goce también la tierra,
inundada de tanta claridad,
y que, radiante con el fulgor del Rey eterno,
se sienta libre de la tiniebla
que cubría el orbe entero.
Alégrese también nuestra madre la Iglesia,
revestida de luz tan brillante;
resuene este templo con las aclamaciones del pueblo.
En verdad es justo y necesario
aclamar con nuestras voces
y con todo el afecto del corazón
a Dios invisible, el Padre todopoderoso,
y a su único Hijo, nuestro Señor Jesucristo.
Porque él ha pagado por nosotros al eterno Padre
la deuda de Adán
y, derramando su sangre,
canceló el recibo del antiguo pecado.
Porque éstas son las fiestas de Pascua,
en las que se inmola el verdadero Cordero,
cuya sangre consagra las puertas de los fieles.
Ésta es la noche
en que sacaste de Egipto
a los israelitas, nuestros padres,
y los hiciste pasar a pie el mar Rojo.
Ésta es la noche
en que la columna de fuego
esclareció las tinieblas del pecado.
Ésta es la noche
en que, por toda la tierra,
los que confiesan su fe en Cristo
son arrancados de los vicios del mundo
y de la oscuridad del pecado,
son restituidos a la gracia
y son agregados a los santos.
Ésta es la noche
en que, rotas las cadenas de la muerte,
Cristo asciende victorioso del abismo.
¿De qué nos serviría haber nacido
si no hubiéramos sido rescatados?
¡Qué asombroso beneficio de tu amor por nosotros!
¡Qué incomparable ternura y caridad!
¡Para rescatar al esclavo, entregaste al Hijo!
Necesario fue el pecado de Adán,
que ha sido borrado por la muerte de Cristo.
¡Feliz la culpa que mereció tal Redentor!
¡Qué noche tan dichosa!
Sólo ella conoció el momento
en que Cristo resucitó de entre los muertos.
Ésta es la noche
de la que estaba escrito:
«Será la noche clara como el día,
la noche iluminada por mí gozo.»
Y así, esta noche santa
ahuyenta los pecados,
lava las culpas,
devuelve la inocencia a los caídos,
la alegría a los tristes,
expulsa el odio,
trae la concordia,
doblega a los poderosos.
En esta noche de gracia,
acepta, Padre santo,
este sacrificio vespertino de alabanza
que la santa Iglesia te ofrece
por rnedio de sus ministros
en la solemne ofrenda de este cirio,
hecho con cera de abejas.
Sabernos ya lo que anuncia esta columna de fuego,
ardiendo en llama viva para gloria de Dios.
Y aunque distribuye su luz,
no mengua al repartirla,
porque se alimenta de esta cera fundida,
que elaboró la abeja fecunda
para hacer esta lámpara preciosa.
¡Que noche tan dichosa
en que se une el cielo con la tierra,
lo humano y lo divino!
Te rogarnos, Señor, que este cirio,
consagrado a tu nombre,
arda sin apagarse
para destruir la oscuridad de esta noche,
y, como ofrenda agradable,
se asocie a las lumbreras del cielo.
Que el lucero matinal lo encuentre ardiendo,
ese lucero que no conoce ocaso
y es Cristo, tu Hijo resucitado,
que, al salir del sepulcro,
brilla sereno para el linaje humano,
y vive y reina glorioso
por los siglos de los siglos.
Amén.
Link de video de Pregon Pascual
Liturgia de la Palabra
Como es una noche de vigilia para esperar el momento de la resurrección, se dicen nueve lecturas bíblicas, aunque pueden reducirse a menos. Se recuerda toda la historia de la creación, la salida de Egipto, las promesas y normas de conducta dadas por Dios, la historia de la resurrección de Jesús y la invitación a vivir nuestro propio Bautismo, que nos injertó en la muerte, sepultura y resurrección de Jesucristo. En esto consiste la vida cristiana, en morir a todo lo que es pecado, sepultar toda mala inclinación y hacer resurgir en nosotros todo lo bueno y lo noble; ésa, es nuestra pascua diaria, que nos da en la pascua de Jesús.
Antes de las dos últimas lecturas, se canta el himno del "Gloria" y se vuelven a tocar las campanas y los instrumentos, como signo de alegría pascual.

Liturgia Bautismal


Se llama a los catecúmenos, quienes son presentados ante el pueblo por sus padrinos: si son niños serán llevados por sus padres y padrinos. Se hace la renovación de los compromisos bautismales.
Si el bautismo nos ha hecho participar de la muerte y resurrección de Cristo, lo más propio para celebrar esta fiesta es revivir lo que significó el momento de nuestro Bautismo. Por ello, se bendice la fuente de agua bautismal, se rocía a los fieles con agua bendita, se renuevan las promesas del bautismo de ser firmes en la fe y renunciar al espíritu del mal, y si es posible, se celebran baustismos de niños o de adultos.

Liturgia de la Eucaristía
Al acercarse ya el día de la Resurrección, la Iglesia es invitada a participar en el banquete eucarístico, que por su Muerte y Resurrección, el Señor preparó para su pueblo. En él participan por primera vez los neófitos.

Toda la celebración de la Vigilia pascual se realiza durante la noche, de tal manera que no se vaya a comenzar antes de iniciarse la noche, o se termine la aurora del Domingo.

La Misa, aunque se celebre antes de la media noche, es la Misa Pascual del Domingo de Resurrección. Los que participan en esta misa, pueden volver a comulgar en la segunda Misa de Pascua.

El sacerdote y los ministros se revisten de blanco para Misa. Prepárense cirios para todos los que participan en la Vigilia.

Se llega al culme de la Pascua, por medio de los signos del pan y vino, que hacen realmente vivo y presente en la asamblea a Jesucristo Resucitado; no es un simple recuerdo ni un mero simbolismo, sino una realidad, pero descubierta solo para quien tiene el don de la fe.

Es la fiesta en que mpas se recuerda y se recomienda la sagrada Comunión Eucarística, para llegar a la fuente de energía interior y así toda la vida sea una continua resurrección.

Es el momento más sublime de el encuentro con Cristo resucitado y con el que nos rescató de la muerte del pecado, estemos pues preparados a recibir en la hostia consagrada a nuestro redentor.

Cristo, luz esplendorosa que brilla en las tinieblas, rey de la vida y salvador de los que han muerto, concédenos vivir hoy en tu alabanza. Señor Jesús, que anduviste los caminos de la pasión y de la cruz.

Concédenos que, unidos a ti en el dolor y en la muerte resucitemos contigo. Hijo del Padre, maestro y hermano nuestro, tú que has hecho de nosotros un pueblo de reyes y sacerdotes, enséñanos a ofrecer con alegría nuestro sacrificio de alabanza.

Rey de la gloria, esperanza nuestra, esperamos anhelantes el día de tu manifestación gloriosa.

Para poder contemplar tu rostro y ser semejante a Tí.

VIERNES SANTO


En este día recordamos cuando Jesús muere en la cruz para salvarnos del pecado y darnos la vida eterna. Hoy se lee la pasión de Cristo en la liturgia de la Adoración de la Cruz. Este día no se celebra la Santa Misa.

En las Iglesias, las imágenes se cubren con una tela morada al igual que el crucifijo y el sagrario está abierto en señal de que Jesús no está.

El color morado en la liturgia de la Iglesia significa luto. Se viste de negro la imagen de la Virgen en señal de luto por la muerte de su Hijo.

Este día manda la Iglesia guardar el ayuno y la asbtienencia.
Se acostumbra rezar el Viacrucis y meditar en las Sietes Palabras de Jesús en la cruz.
Se participa en la Liturgia de la Adoración a la Cruz con mucho amor, respeto y devoción.
Se trata de acompañar a Jesús en su sufrimiento.

A las tres de la tarde, recordamos la crucifixión de Jesús rezando el Credo.


VIACRUCIS
Viacrucis o vía crucis: significa «camino de la cruz» y se refiere a las diferentes etapas o momentos vividos por Jesucristo desde el momento en que fue aprehendido hasta su crucifixión y su sepultura. La expresión se usa también comúnmente para expresar todo tipo de dificultades que se presentan en la vida cuando se quieren alcanzar ciertos objetivos.
"Vía Crucis" latín de "Camino de la Cruz" . También conocido como "Estaciones de la Cruz" y "Vía Dolorosa". Se trata de un acto de piedad, un camino de oración que busca con la meditación de la pasión y muerte de Jesucristoen su camino al Calvario. El camino se representa con una serie de catorce (14) imágenes de la Pasión o "Estaciones" correspondientes a incidentes particulares que Jesús sufrió por nuestra salvación basados en los relatos evangélicos y la tradición.

PRIMERA ESTACIÓN: JESUS ES CONDENADO A MUERTE.
Por la envidia de los fariseos y la debilidad de Pilato, Jesús fue juzgado injustamente y condenado a muerte. Porque yo también te he juzgado y condenado en mis hermanos o he dejado, con mi silencio, que otros lo hagan...
R. Perdón, Señor, Perdón.

SEGUNDA ESTACIÓN: JESUS CARGA CON LA CRUZ.
Simplemente se la echaron encima sin ninguna consideración, y Él no la rechazó. Por la veces que yo he dejado caer la cruz de mis obligaciones diarias y he renegado de la de mis penas y enfermedades...
R. Perdón, Señor, Perdón.

TERCERA ESTACIÓN: JESÚS CAE POR PRIMERA VEZ.
No es fácil llevar la cruz. Muchas veces cae uno vencido bajo su peso. Por las ocasiones en que he tardado tanto en levantarme y por todos mis hermanos que ya no se han levantado...
R. Perdón, Señor, Perdón.

CUARTA ESTACIÓN: JESUS SE ENCUENTRA CON SU MADRE.
Hay muchas ocasiones en que lo único que se puede hacer por otro es acompañarlo en su viacrucis. Por las veces en que he dejado a tantos enfermos y ancianos solos en ese penoso camino.
R. Perdón, Señor, Perdón.

QUINTA ESTACIÓN: SIMÓN DE CIRENE AYUDA A JESÚS.
No quería, claro que no; era como muchos de nosotros que no queremos ayudar. Por haber dejado solos con sus cruces de hambre, de desnudez, de abandono a tantos hermanos, cuando podía haberlos ayudado a llevarla...
R. Perdón, Señor, Perdón.




SEXTA ESTACIÓN: LA VERÓNICA LIMPIA EL ROSTRO DE JESÚS.
Aquella mujer supo descubrir el rostro de Cristo bajo aquella capa de sudor, polvo y salivazos. Por no haberte descubierto en tantos rostros sudorosos de obreros y campesinos y no haberte enjuagado tantas lágrimas...
R. Perdón, Señor, Perdón.

SÉPTIMA ESTACIÓN: JESÚS CAE POR SEGUNDA VEZ.
¿Fue un tropezón con una piedra esta vez o un empujón?No lo sabemos. Por las veces que con nuestro ejemplo hemos hecho que los demás tropiecen y por las veces, quizás, que deliberadamente los hemos empujado...
R. Perdón, Señor, Perdón.

OCTAVA ESTACIÓN. JESÚS HABLA A LAS HIJAS DE JERUSALÉN.
En medio de su propio dolor, Cristo no deja de preocuparse por la pena de aquellas mujeres. Por las veces en que mis problemas me han hecho olvidarme de los sufrimiento de los que me rodean.
R. Perdón, Señor, Perdón.
NOVENA ESTACIÓN JESÚS CAE POR TERCERA VEZ.
Y por tercera vez hace un esfuerzo supremo y se levanta. Por esas ocasiones en las que, ante las dificultades, no he perseverado en la obra emprendida en favor de los demás.
R. Perdón, Señor, Perdón.

DÉCIMA ESTACIÓN: JESÚS ES DESPOJADO DE SUS VESTIDURAS.
Antes de ponerlo en la cruz lo despojaron de sus vestiduras. Por las veces en que yo he despojado a los otros de su fama, de sus bienes, de sus derechos, de su inocencia, de sus ilusiones...
R. Perdón, Señor, Perdón.

DÉCIMA PRIMERA ESTACIÓN: JESÚS ES CLAVADO EN LA CRUZ.
Y desde la cruz pidió a su Padre que nos perdonara. Por tantas perdones que yo he negado, por tantas represalias y venganzas que he tomado...
R. Perdón, Señor, Perdón.

DÉCIMA SEGUNDA ESTACIÓN: JESÚS MUERE EN LA CRUZ.
No hay amor mayor que dar la vida por los amigos. Por la facilidad con que me olvido de lo que me quisiste y de lo que me quieres y de lo que te costaron mis pecados...
R. Perdón, Señor, Perdón.

DÉCIMA TERCERA ESTACIÓN: JESÚS ES BAJADO DE LA CRUZ.
Y su cuerpo es puesto en brazos de su madre. Por ese tierno Niño qu tú nos diste una Nochebuena y que una mala tarde te devolvimos muerto por nuestros pecados...
R. Perdón, Señor, Perdón.

DÉCIMA CUARTA ESTACIÓN: JESÚS ES SEPULTADO.
Aquel que los judíos esperaban que fuera el libertador de Israel ha sido sepultado. Por las veces en que he olvidado, como los discípulos de Emaus, que es necesario pasar todas estas cosas para entrar en la gloria...
R. Perdón, Señor, Perdón.

DÉCIMA QUINTA ESTACIÓN: Y AL TERCER DÍA RESUCITÓ.
Esta estación no está en el viacrucis tradicional, per es la esencial. Si Cristo no resucitó, vana es nuestra fe. Por las veces en que olvido que si no muero con Cristo, no podré resucitar con Él...
R. Perdón, Señor, Perdón.

ORACIÓN FINAL.
Señor mío Jesucristo, que con tu pasión y muerte diste vida al mundo, libranos de todas nuestras culpas y de todo mal, concédenos vivir apegados a tus mandamientos y jamás permitas que nos separemos de ti, que vives y reinas por los siglos de los siglos.
R. Amén

CELEBRACIÓN DE LA PASIÓN DEL SEÑOR.

Esta celebración consta de tres partes:
1.- Liturgia de la Palabra. Las lecturas de la Pasión nos presentan a Jesús que padece, pero que en realidad, Él es el Hijo de Dios que triunfa desde la Cruz. La oración universal de los fieles será nuestra respuesta en esta Palabra.
2.- Adoración de la Cruz. Es el reconocimiento y nuestro compartir con el Señor el camino de la Cruz.

HIMNO A LA CRUZ.
Canta, oh, lengua jubilosa.
el combate singular
en que el Salvador del mundo,
inmolado en una cruz,
con su sangre redentora
a los hombres rescató.

Cruz amable y redentora
árbol noble, espléndido.
ningún árbol fue tan rico,
ni en sus frutos ni en su flor.

Cuando Adán, movido a engaño,
comió el fruto del Edén,
el Creador, compadecido,
desde entonces decretó
que un árbol nos devolviera
lo que un árbol nos quitó.

Dulce leño, dulces clavos,
dulce el fruto que nos dió.

Quiso, con sus propias armas,
vencer Dios al seductor,
la sabiduría a la astucia
fiero duelo le aceptó,
para hacer surgir la vida
donde la muerte brotó.

Cruz amable y redentora
árbol noble, espléndido.
ningún árbol fue tan rico,
ni en sus frutos ni en su flor.

Cuando el tiempo hubo llegado
el Eterno nos envió
a Su Hijo desde el cielo,
Dios Eterno como Él,
que en el seno de una Virgen
carne humana revistió.

Dulce leño, dulces clavos,
dulce el fruto que nos dió.

Hecho un niño está llorando
de un pesebre en la estrechez.
En Belén, la Virgen Madre
en pañales lo envolvió.
He allí al Dios potente,
pobre, débil, párvulo.

Cruz amable y redentora
árbol noble, espléndido.
ningún árbol fue tan rico,
ni en sus frutos ni en su flor.

Cuando el cuerpo del Dios-Hombre
alcanzó su plenitud
al tormento, libremente
cual cordero, se entregó
pues a ello vino al mundo
a morir en una cruz.

Dulce leño, dulces clavos,
dulce el fruto que nos dió.

Ya se enfrenta a las injurias,
a los golpes y al rencor,
ya la sangre está brotando
de la fuente de salud.
En qué río tan divino
se ha lavado la creación.

Cruz amable y redentora
árbol noble, espléndido.
ningún árbol fue tan rico,
ni en sus frutos ni en su flor.

Árbol excelso, cruz excelsa,
tu dureza ablanda ya,
que tus ramas se dobleguen
al morir el Redentor
y en tu tronco, suavizado,
lo sostengas con piedad.

Dulce leño, dulces clavos,
dulce el fruto que nos dió.

Feliz puerto, preparaste
para el mundo náufrago
y el rescate presentaste
para nuestra Redención.
Pues la sangre del Cordero
en tus brazos se ofrendó.

Cruz amable y redentora
árbol noble, espléndido.
ningún árbol fue tan rico,
ni en sus frutos ni en su flor.

Elevemos jubilosos
a la augusta Trinidad
nuestra gratitud inmensa
por su amor y redención
al Eterno Padre, al Hijo
y al Espíritu de Amor.

3.- Sagrada Comunión. Es compartir la Cena Pascual que nos fortalece en nuestro camino a la vida eterna.

SIETE PALABRAS DE JESÚS EN LA CRUZ.

Se conoce como Las Siete Palabras a las siete frases que Jesús pronunció en la cruz, recogidas por los evangelistas.
Los dos primeros evangelios, Mateo y Marcos, mencionan solamente una, la cuarta. Lucas relata tres, la primera, segunda y séptima. Juan recoge las tres restantes, la tercera, quinta y sexta. Con certeza absoluta no puede determinarse el orden con que las pronunció Jesús.
Las Siete Palabras suelen enumerarse del siguiente modo:

Primera Palabra

«Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen» (Lucas 23,34).
Constituye esta palabra la postura culmen de la doctrina evangélica sobre el amor; y pronto fue practicada por los cristianos, como en el caso de Esteban (Hechos 7,60). Esta palabra falta en algunos códices. El motivo que ocasionó la supresión parece ser la intención de los copistas de subrayar de este modo la responsabilidad de los judíos. Sin embargo, la admiten todas las ediciones críticas. Es coherente con la doctrina de Cristo sobre el amor a los enemigos (Mateo 5,44), con la oración del Padrenuestro (Mateo 6,9-13) y con su propia conducta durante la pasión (Mateo 24,48.51)....

Segunda Palabra

«De cierto te digo: hoy estarás conmigo en el paraíso» (Lucas:23,23-43).
Es la respuesta de Cristo a la súplica "acuérdate de mí, cuando vengas en tu reino" del ladrón arrepentido.
Este ladrón que evidentemente puso su confianza en Jesús, a pesar de ver en Cristo una imagen deteriorada por el maltrato, las heridas y la sangre coagulada en todo el cuerpo, dándole una imagen grotesca más que una imagen de alguien en quien confiar, mucho menos Jesús tenía una imagen de poder, divinidad o realeza, y sin embargo el pudo distinguir en medio de esos elementos, al Rey, al Salvador ya resucitado. La respuesta de Jesús es pronta, le dice al ladrón que confié, que cuando El vuelva por segunda vez lo llevara al paraíso, es la muestra de amor, donde no se hace reclamo alguno de su vida pasada, es la aceptación total con toda su in integridad de la persona, porque Dios te ama como eres con todos tus defectos y cualidades, solo espera la acción de buen ladrón, de poner su confianza en el señor (con arrepentido).

Tercera Palabra

«Mujer, ahí tienes a tu hijo», y al discípulo: «Juan, ahí tienes a tu madre» (Juan 19,26 s.).
Una primera interpretación ve este pasaje en sentido ético o social: Cristo entregó el cuidado de su madre al discípulo amado, cumpliendo un elemental deber filial. Pero desde la más remota antigüedad, tal vez ya Orígenes y ciertamente en el s. XV Dionisio el Cartujano, se ve en san Juan, hijo adoptivo de María, al representante de todos los que por la gracia habrían de ser hermanos de Cristo. El sentir católico ve expresada en la frase la maternidad espiritual de María. El magisterio de la Iglesia, sobre todo desde León XIII, es constante en este sentido.

Cuarta Palabra

«Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?» (Mt 27,46; jn 15,34).
Es una oración tomada del salmo 22, que probablemente recitó completo y en arameo (Eli Eli lama sabachthani), lo cual explica la confusión de los presentes que creyeron ver en esta súplica una llamada de auxilio a Elías. Esto es un acto de profunda soledad y sentido de alejamiento de su Padre Esta palabra pronunciada por el Dios crucificado es, mas que un reproche hacia Dios, la oración del justo que sufre y espera en Dios; Jesús, en lugar de desesperar y olvidarse de Dios, clama al Padre pues confía en que Él lo escucha, pero Dios no responde, porque ha identificado a su hijo con el pecado por amor a nosotros, y este debe morir, Jesús, colgado en la cruz, es rechazado ahora por el cielo y por la tierra, porque el pecado no tiene lugar. Cuantas veces en nuestras vidas hemos sentido el abandono de Dios. ¿Por qué a mi? ¿Por qué ahora? ¿Qué hice Señor? Preguntas y preguntas como la de Cristo que encuentran como respuesta el silencio de Dios. Por lo general, es la mejor respuesta que nos puede dar, pero no lo entenderemos hasta que sepamos que del silencio brota la resurrección.

Quinta Palabra

«Tengo sed» (Jn 19,28).
Es la expresión de un ansia de Cristo en la cruz. Se trata, en primer término, de la sed fisiológica, uno de los mayores tormentos de los crucificados. La palabra está tomada de los salmos 69:21 y 21,16. Se interpreta en sentido alegórico: la sed espiritual de Cristo de consumar la redención para la salvación de todos. Cuadra con la estructura del cuarto evangelio, y nos evoca la sed espiritual que Cristo experimentó junto al pozo de la Samaritana (lo 4,7).

Sexta Palabra

«Todo está consumado» (Juan 19,30).
Se puede interpretar como la proclamación en boca de Cristo del cumplimiento perfecto de la Sagrada Escritura en su persona. Esta palabra pone de manifiesto que Jesús era consciente de que había cumplido hasta el último detalle su misión redentora. Es el broche de oro que corona el programa de su vida: cumplir la Escritura haciendo siempre la voluntad del Padre.(Mt 5,17 Ss.; 7, 24 Ss.; Lev 22,42; lo 4,34).

Séptima Palabra

«Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu, mi alma y mi cuerpo» (Lucas 23,46).
Esta palabra expresa la oblación de la propia vida, que Jesús pone a disposición del Padre. Invoca el salmo 30,6, en que el justo atormentado confía su vida al Dios bondadoso y fiel. En Cristo todo se había cumplido, sólo quedaba morir, lo que acepta con agrado y libertad (lo 10,18). Esteban, uno de los mártires cristianos, imitó a Cristo en la primera palabra, lo hizo también en esta última, encomendando su espíritu en el Señor Jesús (Hechos 7,59).

MARCHA DEL SILENCIO Y ROSARIO DE PÉSAME.

En algunos pueblos es primero la Marcha del Silencio y luego el Rosario de pésame, en otros es primero el Rosario y se continua con la Marcha, pero la finalidad es acompañar a María en su dolor de perder a su hijo clavado en una cruz. Al mismo tiempo estamos confiados que Jesús resucitará como lo dijo y que su muerte no sera en vano pues nos salvará de la muerte.